Autor: Amalia Zarcero
Un buen ambiente laboral promueve la productividad de las personas dentro del entorno de una organización. Además, favorece que se sientan más felices y mejor integradas. Se puede decir que conectan a otro nivel con los objetivos de la empresa y ayudan a alcanzarlos con éxito, gracias a esta implicación.
El nivel de autorrealización profesional que hayas desarrollado en tu vida, tiene mucho que ver con el ambiente laboral que te ha rodeado. Si es éste ha favorecido lo positivo de tu entorno de trabajo, la satisfacción que sientas ahora en ese puesto y empresa será mayor que si tu experiencia hubiera sido negativa.
Tanto a las empresas como a las personas empleadas les interesa que exista un ambiente laboral saludable y adecuado.
A continuación, te contaremos en qué consiste un ambiente laboral y cómo influye, día a día, en tu contexto profesional.
Ambiente laboral tóxico
Nos referimos a un ambiente laboral tóxico cuando éste es propenso a crear situaciones que determinan negativamente las condiciones de las personas que allí trabajan.
La toxicidad es el componente más determinante a la hora de reducir el rendimiento y el bienestar de un/a trabajador/a. Además, es ya una causa contemplada en todas las políticas de prevención de riesgos laborales, ya que supone pérdidas económicas cuantiosas y una fuga de capital humano importante.
Lo más frecuente en estos ambientes nocivos es que exista un sobre exceso de bajas laborales, altas cotas de baja productividad y rendimiento en la platilla, absentismo y una salida y entrada constante de profesionales.
¿Qué influye en el ambiente laboral?
El ambiente laboral es un entorno muy dinámico y complejo. Por ese motivo, es bastante permeable y susceptible de ser influenciado por diferentes factores.
Es interesante que conozcas qué elementos inciden directamente en tu ambiente de trabajo. Este dato te ayudará a entender tu grado de motivación y compromiso con tu empresa y determinará el tipo de relaciones que estás estableciendo entre tus iguales y superiores.
A continuación, te explicamos algunos de los principales factores que favorecen un buen ambiente laboral, son los siguientes:
*Los Factores ambientales y del entorno de trabajo, son aquellos relacionados con el lugar, el espacio y la disposición de sus diferentes elementos. También hacen referencia a aspectos organizativos de la empresa y del cumplimiento de normativas, como por ejemplo, las de PRL:
Las cuestiones de organización de los horarios de trabajo, duración de las jornadas y los descansos. La distribución horaria ha de ser equitativa, que aseguren los descansos y que además, estén regulados y acordados dentro de un convenio.
La plantilla deber disponer de espacios expresamente dedicados al descanso dentro del lugar de trabajo. Estos habitáculos tienen que ayudar a desconectar y retomar fuerzas.
Todas las personas que integran la organización deberían tener un entorno ordenado, limpio y confortable. Los elementos y herramientas de trabajo deber ser ergonómicos, adaptados a su uso, y no deben suponer riesgo para la salud física y mental
Un espacio de trabajo debe contar con una buena iluminación, a ser posible de luz natural, y con una ventilación que garantice una temperatura adecuada y que el aire esté renovado.
La empresa tiene que disponer de un departamento de PRL, y que además invierta en encuestas para sus trabajadores que evalúen de manera constante el clima laboral. El objetivo de estos cuestionarios es que identifique qué están incidiendo negativamente en las relaciones laborales.
*Los Factores organizacionales y la comunicación en el equipo de trabajo, son aquellos relacionados con la cultura de corporativa, sus valores y la política de organización y gestión de sus de Recursos Humanos.
La buena integración de los/as empleados/as es una garantía de que una organización se convierta en un espacio óptimo para el trabajo. Por ello, es deber de los responsables de RRHH definir correctamente los puestos de trabajo, con sus funciones y roles. El reparto de las tareas y de las responsabilidades de cada trabajador tiene que ser el adecuado.
Se debe asegurar que existan reuniones periódicas, para abordar temas que impliquen hablar con transparencia y cara a cara. Este tipo de encuentros genera confianza y cercanía entre las personas, además facilita la adhesión al equipo de trabajo.
Que los responsables deleguen y confíen el trabajo a terceros. Esta asignación no puede ser aleatoria, sino ha de ser acorde a las habilidades y a las capacidades de los empleados/as. La confianza que se depositada en un/a empleado/a ayudará a aumentar su sentimiento de valía y a aumentar su autoestima. Estas prácticas de reparto equitativo aumentan el rendimiento laboral. Es importante tener identificados y definir bien los roles de cada trabajador/a. Esto atenuará las relaciones que se establecen en estructuras organizacionales demasiado jerárquicas.
Propiciar y mantener la comunicación entre los diferentes niveles jerárquicos, tanto a nivel vertical como a nivel horizontal. La información transmitida por los diferentes canales tiene que ser clara y precisa. En la medida de lo posible hay que evitar los rumores o que la información sea imprecisa o incluso errónea.
Impulsar los valores como la cooperación para lograr los objetivos. En contraposición, desestimar el exceso de competitividad y la rivalidad entre los profesionales.
Como modo de recompensa, que los responsables y supervisores hagan reconocimientos en público, acerca de logros y éxitos, e intenten corregir en privado. Se evitarán las comparaciones “odiosas” entre empleados y se reforzará su autoconfianza.
Celebrar siempre todos los acontecimientos positivos, haciendo participes a todos los miembros del equipo.
Hacer diseños de políticas de promoción profesional dentro de la empresa, facilitando el ascenso profesional y el desarrollo de carrera.
La empresa debería destinar espacios para la interacción entre las diferentes integrantes de la empresa, ya sea mediante cursos formativos u otras actividades.
Los Factores emocionales y las Relaciones interpersonales
Desde las organizaciones, y durante los procesos de selección, se deberían descartar a aquellas personas con tendencia reaccionar con conductas tóxicas. Las conductas dañinas puedan incidir negativamente en un equipo de trabajo. Los perfiles que son más propensos a ser psicológicamente inmaduros, suelen mostrar un mal manejo de sus emociones y, como consecuencia, son más reactivos y tendentes a crear conflicto con otras personas.
Promocionar los valores de comunicación, tolerancia, armonía y el respeto hacia los demás. Los estilos de liderazgo democráticos tienden a ser más conciliadores, por lo que son más propensos a fomentar un clima laboral saludable. Generalmente, las personas emocionalmente inteligentes se muestran más maduras y adoptan estilos de liderazgos más amables y conciliadores.
La Motivación en el ambiente laboral
Denominamos motivación laboral a todos aquellos factores que contribuyen a que una persona se implique en su trabajo, rindiendo al máximo y alcanzando los objetivos establecidos por su organización.
La motivación en el trabajo depende de causas internas a las persona, como aquellos relacionados con su satisfacción personal y necesidad la autorrealización. También dependen de otras causas externas a ella, como es tener un salario razonable a su desempeño, recibir una serie de la política incentivos por parte de la empresa o el reconocimiento público de su trabajo.
Una buena motivación en el ámbito profesional es clave para aumentar la productividad de la organización. Es además un estímulo para que el trabajador se identifique con la cultura de empresa y se alinee con sus valores.
Un equipo de personas, donde cada miembro haya encontrado su motivación, es un motor para reforzar el trabajo cooperativo y crear vínculos positivos. Los procesos de comunicación fluyen mejor en estos contextos y garantizan el buen funcionamiento de los mismos. Por tanto, se puede concluir que la motivación es un elemento a tener en cuenta a la hora de medir su impacto de un ambiente laboral.
Un término, muy de actualidad, es el salario emocional. Un concepto derivado del salario, en términos materiales, pero que representa otro tipo de retribuciones de carácter no económico. Pueden ser concesiones o facilidades que cubren sus expectativas y necesidades más personales. Por ejemplo, flexibilidad horaria, el teletrabajo, los servicios médicos, o disponer de guarderías o gimnasio en las mismas instalaciones.
La conciliación familiar y personal es uno de los aspectos más reclamados y valorados por los y las profesionales.
Otro factor que motiva a una persona trabajadora es la posibilidad de promocionarse o desarrollarse profesionalmente dentro de su empresa. El crecimiento profesional de un/a empleado/a través de optar a promociones internas, la asistencia a cursos formativos o poder participar en actividades programadas por su organización, no sólo le motiva como persona, sino que a las organizaciones les facilita la retener el talento.
En definitiva, un ambiente laboral está influido por diversas causas, muchas de ellas son controlables. Algunas veces el control lo tenemos nosotros/as, otras, la responsabilidad está en las organizaciones.
Está claro que son las empresas las primeras que tienen que dar solución a aquellos aspectos que sí le competen. Pero, está en nuestro tejado el control de factores, como la gestión emocional y capacidad para establecer buenas relaciones entre compañeros/as. También, es nuestra competencia saber motivarse y contagiar una actitud positiva en los demás.