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Autora: Amalia Zarcero
La entrevista de trabajo es el elemento definitivo para saber si finalmente te contratarán. Es la ocasión para demostrar tu valía y por qué puedes ser la mejor opción para el puesto.
Es común que en los procesos de selección se diseñen las preguntas conforme las demandas del puesto a cubrir. Es decir, que el objetivo del entrevistador será averiguar si puedes hacer el trabajo (tienes los conocimientos y habilidades), si quieres (tu actitud) y si puedes (disponibilidad e implicación). Además, intentan identificar otras competencias y hasta qué punto te adaptarías a su cultura organizacional.
Durante una sesión de entrevista, es posible que te enfrentes a un formato poco “exigente” u otro mucho más complejo. En cualquier caso, conocer qué tipos de preguntas te van hacer y cómo tienes que responderlas, dará firmeza y fluidez a tus argumentaciones.
Antes de acudir a una entrevista, es preciso que prepares la sesión, que te informes adecuadamente sobre la empresa y los requisitos del puesto. En la mayoría de las veces, las entrevistas de trabajo responden a un esquema común de preguntas y respuestas, todas ellas previsibles.
A continuación, te enumeramos 10 de las las preguntas comunes más habituales en entrevistas de trabajo, y explicamos cómo responder a ellas, con ejemplos prácticos.
El tipo de preguntas que te pueden hacer es muy heterogéneo. Bien, se formularán con un propósito directo, como preguntar sobre tu formación, experiencia o habilidades. En otros casos, las preguntas tendrán una intención más indirecta. Así, se pretende identificar las reacciones de la persona candidata, alentando a descubrir su verdadero “yo”.
En el contexto de una entrevista laboral, el personal de reclutamiento igualmente maneja otras variables. Por ejemplo, como generar una ambiente de confianza para relajar el ambiente y obtener una respuesta más auténtica.
Y en ese terreno de intenciones y variables tienes que aprender a moverte con soltura. Pero no te agobies, que es cuestión de entrenarse. A continuación, te mostramos algunos ejemplos y comentarios.
Es una pregunta de carácter más personal. Te invita a la espontaneidad y a darte a conocer. Su objetivo es conseguir una primera impresión de ti, de cómo eres y lo que es importante para ti. Es una pregunta que proporciona información personal y deja entrever tus habilidades de expresión y comunicación.
Está destinada a tantear tus valores, expectativas y motivación. Se busca conocer tus objetivos a corto, medio y largo plazo y qué funciones y tareas priorizas. También se evalúa tu grado de ambición y el interés real por el puesto.
Pretende averiguar tus virtudes y defectos. Es una forma de ver en ti algunas habilidades como las sociales, flexibilidad, iniciativa o gestión del tiempo.
Persigue descubrir tu valor diferencial y nivel de autoconfianza. El objetivo es examinar cómo te desenvuelves con tus propias habilidades y qué aportarás a la empresa.
Busca saber la relación de tu experiencia anterior con la vacante a la que te presentas. Medirán si tu discurso es coherente y está centrado en los requisitos del puesto.
Enfocada a evaluar cómo gestionas tus emociones a nivel relacional, dentro de las jerarquías de las organizaciones y entre tus iguales. Tantea tus dotes de comunicación y cómo te desenvuelves en un equipo de trabajo. Ten en cuenta que es altamente valorada la capacidad para manejar los conflictos interrelacionales.
En muchos empleos se dan situaciones de cierta presión. Cómo reaccionas a esa tensión, determinará el desempeño de tu trabajo y su repercusión en el entorno. Con ello, se mide tu inteligencia emocional y cómo gestionas el estrés. En un proceso de selección, mostrar una baja tolerancia al estrés es una considerable desventaja.
Quiere conocer tu vocación o qué te motivó a estudiar una cosa u otra. No juega a tu favor, que des a entender posibles incoherencias o no tener los objetivos claros.
Facilita al entrevistador o entrevistadora información suficiente sobre tu desarrollo personal y capacidad de crecimiento. Cada vez más, se producen cambios en los entornos laborales. Por eso, las personas tienen que saber afrontar esos nuevos retos. Se apreciará tu capacidad de aprendizaje, sentido del humor y una buena dosis de inteligencia emocional.
Su propósito es definir qué grado de ajuste a la cultura organizacional tienes. Quieren indagar qué aspectos de la nueva empresa te gustan y por qué has decidido elegir este puesto.
Conociendo el fin de cada pregunta, te cuestionarás, ¿cómo debería responder? No existe una regla de oro para dar respuestas perfectas. Solo cabe decir que, en cada una de tus contestaciones, ha de haber una elaborada síntesis de tu perfil y personalidad. Debe haber coherencia entre lo que ofreces y las exigencias del puesto.
En definitiva, es cuestión de “vender” lo que realmente eres y vales, no de vender humo. Tu maestría está en adaptar tu réplica sin mentir ni exagerar. No repitas como un “loro” respuestas tipo. La información valiosa que obtengas del puesto y sobre la empresa te ayudará a una mejor preparación.
Con el apoyo de tu autoconocimiento y DAFO, piensa cuáles son tus características personales y profesionales importantes para ese puesto. Recógelo y elabora un guion, y después, adáptalo a tu argumento.
Ejemplo:
“Siempre interesada por aprender, he procurado formarme y actualizarme en todo aquello que me ha llamado la atención. Soy inquieta y me gusta probar cosas nuevas. Me gustan los ambientes abiertos, donde pueda conocer gente nueva e intercambiar ideas. Siempre que puedo, viajo para conocer otras culturas”.
No es necesario entrar en detalles, ni que hables de cosas que no vengan al caso. Destaca aspectos personales que demuestren que tienen una relevancia para el puesto. Como ves, es contar solo lo necesario y destacar aquello que suscite interés.
Ejemplo:
“Mi meta es adquirir conocimientos y experiencia suficiente para desatacar en este área y especializarme. A corto plazo y medio plazo, me gustaría desarrollar un proyecto y alcanzar buenos indicadores. No descarto en un futuro, que quiera participar en otro proyecto más ambicioso”.
Lo adecuado es que subrayes que vas a aprovechar la oportunidad laboral y que le darás continuidad, con metas alineadas con las de la empresa. Habla de cómo lo vas a hacer, pero con realismo.
Ejemplo:
“Mi mayor fortaleza es la capacidad para reinventarme e iniciar nuevos proyectos. No me rindo con facilidad. Añadiría como debilidad, mi tendencia a la autocrítica, que en ocasiones no me deja ver lo positivo de cada experiencia”.
Demuestra que te conoces bien y eres sincero/a contigo mismo/a. La fortaleza servirá para diferenciarte de las demás candidaturas. Hablar de una debilidad no es para hundir tu discurso, si no para potenciarlo positivamente. Elige una debilidad que no suponga ser un verdadero talón de Aquiles para el puesto a cubrir.
Ejemplo:
“Es una gran ventaja haber trabajado en varias multinacionales. Mis conocimiento actuales están muy por encima de la media, y trabajar en el extranjero me ha aportado una visión amplia en el uso de recursos y estilos de trabajo. Domino dos idiomas, y creo que cuento con habilidades suficientes para iniciar nuevos proyectos con proyección internacional”
¿Qué ofreces distinto a los demás y te hacen sobresalir en el puesto que te postulas? Intenta explicar qué habilidades y conocimientos o experiencia son tu marca personal. Habla de logros y tu compromiso, y cómo te ayudarán a alcanzar buenos resultados en el puesto al que aspiras.
Ejemplo:
“Mi experiencia en el ámbito de la salud, desde tareas como auxiliar hasta las propias de enfermería me aportaron una amplia perspectiva del trabajo sanitario. Me licencié en medicina y al poco tiempo estuve becado en una Universidad americana en investigación científica. También tengo experiencia en coordinar equipos en un importante hospital nacional. Se puede decir que podría asumir sin dificuldad la dirección de un departamento”
Menciona aquella experiencia previa que sea relevante para el trabajo a desempeñar. Haz un hilo conductor y cronológico de toda tu experiencia laboral y relaciónalo con las exigencias del nuevo puesto.
Ejemplo:
“Me gusta estar bien relacionado en mi trabajo, por eso trato de cuidar el tono, la atención y amabilidad. A veces, es inevitable que existan roces o puntos en desacuerdo. Suelo escuchar con paciencia las necesidades del resto y me adapto al entorno. No es agradable, pero en ocasiones es necesario arreglar los posibles conflictos, porque si no, se genera un mal ambiente de trabajo, afectando a los objetivos del proyecto”
La situación en los entorno laborales son siempre son “ideales”. Las empresas lo saben, por eso, sirve de poco decir que nunca has confrontado con un miembro del equipo y que siempre te muestras estupendo/a. No es creíble. La clave es reconocer esa posibilidad de conflicto, pero que en tus habilidades encuentras una manera de resolver positivamente el problema.
Ejemplo:
“Trabajar baja presión me estimula para alcanzar los objetivos. Con años y mi experiencia, me he dado cuenta que he obtenido mejores resultados cuando me he sentido presionado. Recuerdo en una ocasión, que en una presentación de proyecto, me llamó mi responsable para decirme que para el día siguiente teníamos que cambiar toda la organización de los objetivos del proyecto. Aquella noche no dormí, a penas teníamos tiempo para hacer modificaciones, pero me enfoqué en las tareas y la verdad es que, finalmente, conseguimos plasmar con éxito un nuevo planteamiento del proyecto”
Cuantificar cuánto una persona se siente presionada, es una percepción muy subjetiva. Las empresas descartan personas que inicialmente se muestran frágiles o susceptibles a ciertas presiones. Su interés se centra en encontrar candidatos/as que den lo mejor de sí a pesar de las circunstancias.
Lo cierto es que nadie es imperturbable. El personal de selección busca personas que sean capaces de afrontar con éxito una situación de estrés y rendir en sus objetivos. Cuenta una anécdota o un ejemplo detallado en el que hayas sentido presión y lo has superado adecuadamente.
Ejemplo:
“Cuando revisé su relación de asignaturas, me interesó mucho y en ese momento necesitaba una formación relacionado con la docencia. Enseñar, estimular hacia el aprendizaje me apasionaba. Todo lo que he estudiado con posterioridad, tiene algo que ver con esa pasión”
Recalca que lo estudiaste porque te gustaba y porque complementaba tu área de interés. Si has dado un giro profesional y esa formación no está relacionada, destaca de qué te sirvió para enriquecer tu situación actual.
Ejemplo:
“A raíz de la pandemia, tuve que aprender a manejar un montón de herramientas tecnológicas y adaptar mis trabajos al entorno digital…y ¡lo mío nunca fue la informática! En mis ratos libres hacía cursos online o era autodidacta, y luego lo aplicaba en mi trabajo. En el año 2021, colaboré con el departamento de RRHH de mi anterior empresa para ayudar en el proceso de digitalización de mi puesto.”
Cuenta un ejemplo claro que haya supuesto en ti un esfuerzo y cómo lo hiciste. Aclara qué habilidades te condujeron a lograrlo y cómo saliste reforzado/a.
Ejemplo:
“He valorado la estabilidad y continuidad en el mismo. Al ser una empresa grande, me he movido por muchos departamentos, dando mucha versatilidad a mi perfil”
Por supuesto, habla de aquello que sea compatible a la nueva cultura organizacional a la que te postulas. Por eso, es importante que previamente te hayas asesorado sobre la cultura y valores de la empresa de tu interés.
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